Por DiMaggio Abreu
Ya rueda el 2025, año clave si se pretende enrumbar hacia el éxito rotundo y sin excusas la celebración de los XXV Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe, Santo Domingo 2026, pautados para julio-agosto.
Con el nivel de desarrollo deportivo y de infraestructuras adquirido por la nación quisqueyana desde que, en pañales, presentó la versión XII de los Juegos en 1974, 52 años después no habrá excusas válidas para no salir bien del todo esta próxima cita.
Máxime, cuando es bastante evidente el irrestricto apoyo que brinda el presidente Luis Abinader a la organización y montaje.
El éxito, a grosso modo, debe medirse en dos ámbitos: el deportivo, que tiene que ver con la actuación de nuestros deportistas; y el organizativo, en lo cual la nación adquirió enorme experiencia calificada, aunque nos distinga aquello de “dejar todo para lo último”.
Este 2025 que discurre en su tercera semana es cuando el movimiento federativo debe planificar y poner en marcha el cronograma de preparación de sus atletas para que, en cantidad y calidad, arriben a la fecha de montaje en condiciones de salir airosos.
No dejarlo para finales de este año ni para inicios de 2026, porque sería tarde.
Esta vez pretendemos no nombrar disciplinas, pero todo dominicano medianamente seguidor de estas lides sabe o supone los deportes de conjunto e individuales en que somos competitivos o medallistas y que solo se requiere de una buena (no extraordinaria) coordinación y ajustes para salir bien.
Pero otras que encierran numerosas modalidades y que ayudan a un país anfitrión a elevar a la obtención de un sitial general sobre lo normal, pero en nuestro caso se notan bastante rezagadas y necesitan de un trabajo arduo desde ya para poder cumplir los objetivos en Santo Domingo 2026.
Lo organizativo es el otro aspecto clave que define el éxito de la cita y la consecuente cualificación del país y el gobierno que la apoya.
De la versión precedente, San Salvador 2023, Santo Domingo fue subsede con el montaje de siete disciplinas.
Estuvimos en la nación centroamericana como parte del equipo de Prensa de la República Dominicana y obviamente no pudimos dar seguimiento de lo que aquí ocurría.
Al retorno nos enteramos de numerosas falencias dadas durante el montaje de la subsede, que de manera descarnada reflejó una agencia de noticias en un reportaje que tituló “Santo Domingo 2023: Los Juegos del silencio” y del que se hizo eco un rotativo local.
Es conocido que los gestores de la sede Santo Domingo 2026 tienen una trayectoria política adversa a la del partido ahora en el Poder.
Sin embargo, el presidente Abinader ha dado un apoyo total al proyecto que es notorio. Dudamos que entre los caballeros que asumieron la solicitud de los Juegos haya intenciones de defraudar al mandatario, pero pueden ser infiltrados por elementos interesados que manipulen segmentos y llevarlos al colapso.
Nos preocupa la posibilidad de que Abinader no disponga, dentro de la organización de Santo Domingo 2026, de asesores o funcionarios dolientes de su gestión y del partido que lo postuló y que puedan advertir un posible derrotero fallido, a pesar de la enorme inversión que hace el Gobierno a beneficio de unos grandes Juegos del 2026.–
DiMaggio Abreu
Premio Nacional de Literatura Deportiva 2007, RD
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