SANTO DOMINGO (Licey.com).- Rosell Herrera, la nueva adquisición de los Tigres del Licey, tiene una decisión: integrarse el conjunto desde el primer día de la temporada que se avecina y mantenerse en el equipo durante el torneo completo.
Su manifiesta disposición refleja el grado de satisfacción que le produjo su pase a la gloriosa organización capitalina, a la que por adelantado expresa agradecimiento por convertirlo en un miembro del equipo y se declaró “un liceísta al 110 por ciento”, al tiempo que externa gratitud a los Gigantes del Cibao y la ciudad de San Francisco de Macorís por el apoyo que recibió allí.
“Es una oportunidad tremenda que Dios me ha dado de poder estar en la organización del Licey y sé que las cosas van a salir bien; solo hay que seguir confiando y vamos a llevar la corona hacia allá”, estima el nativo del sector Los Mameyes, Villa Duarte, en Santo Domingo Este, quien arriba a los Tigres a cambio de Juan Francisco.
Explica que en invierno dio prioridad a su preparación física para asistir a los entrenamientos primaverales de los Yankees en busca de hacer el equipo de Grandes Ligas este 2020 y por tanto no pudo jugar con los Gigantes, “pero ahora si Dios quiere”, va a estar en el equipo desde el primer día de campaña y completarla. Lo último dependerá de las circunstancias y del equipo.
Reiterativo en su conversación de lo que significa la preparación física para el atleta y el mucho tiempo que dedica al trabajo para estar al tope y seguir su progreso, afirma que con el Licey jugaría donde el equipo crea que puede aportar, como hizo en Grandes Ligas con los Reales de Kansas City en 2018, cuando defendió seis posiciones entre el cuadro interior y los jardines y solo cometió un error.
“La cuestión es ayudar al Licey a ganar el campeonato”, explica el jugador de 27 años, bateador de ambas manos y veloces piernas, durante una entrevista para los medios y redes sociales de los Tigres, realizada al caer la tarde del martes 9 de junio por el director de Comunicación de la organización, periodista Ildefonso Ureña.
Revela que se siente más cómodo bateando a la zurda. Los primeros años fueron difíciles a la derecha, pero se ha ido desarrollando y en los últimos le ha ido bien “y considera que puedo hacer daño de los dos lados y para eso estamos trabajando”.
Cree que una de sus mayores fortalezas es su bateo, “aunque todavía no lo he demostrado en Grandes Ligas”, pero es lo que sabe que puede hacer, batear por todos los lados del terreno y al Licey puede aportarle velocidad y mucho movimiento en las bases.
En cuando a la defensa, “me considero un jugador que puedo darle confianza a mi manager de jugar cualquier posición”, y que en ese sentido dedica tiempo a practicar cada posición del cuadro para los que tiene habilidades y los jardines.
Hijo del beisbolista profesional, Frank Herrera, jardinero que perteneció al Licey a mediados de los 80s y está “súper contento por el cambio”; con dos hermanos mayores también peloteros, Rosell declara que proviene de una familia liceísta, que igual que él, todos sus integrantes se sienten muy satisfechos por el giro que da en la pelota dominicana.
Asegura que su padre ha sido el principal soporte en ruta al profesionalismo y que es vecino de jugador de grandes ligas Carlos Santana, quien le da muchos consejos, a quien toma como ejemplo para superarse y ya conversaron sobre el cambio al Licey, por lo cual se alegró.
Rosell Herrera revela que mantiene buenas relaciones con varios jugadores como los hermanos Bonifacio, el capitán Emilio y Jorge, especialmente con el último; también Adalberto Mondesí y el lanzador Leurys Gómez, con quien ha jugado en contra, pero llevan buena amistad y el día de el cambio al Licey, conversaron.
Firmado como torpedero en julio 2 de 2009 por los Colorado Rockies, solo jugó un año en la Dominican Summer League (LDS), antes de ser enviado a Estados Unidos. A los cuatro años, luego de crecer tres o cuatro pulgadas lo convirtieron también en jardinero.
Adujo que uno de sus puntos fuertes han sido sus piernas, que siempre ha tenido velocidad, pero fue en 2013 estando en Doble A, cuando un coach le sugirió que usaras piernas y le enseñó algunos trucos para robar bases. Se estafó 36 para ocupar el tercer lugar del circuito.
Estima que ese año no pudo disparar jonrones en la cantidad que se proyectaba, pero entendió que podría hacer otras cosas, como el uso de sus piernas. Al final de temporada se lastimó el hueso de su muñeca derecha y los siguientes dos años prácticamente se los perdió.
Su ascenso a Grandes Ligas lo sorprendió en 2017, cuando dominaba las dos ligas Triple A (Internacional y Costa del Pacífico) en extrabases conectados cuando fue llamado por los Rojos de Cincinnati. En 2018 compartió triple A con el conjunto mayor de Kansas City en en 2019 con los Marlins de Miami.
Respecto a este 2020, cuando aún no se sabe si habrá acción en las Grandes Ligas, mantiene las expectativas de hacer el equipo mayor de los Yankees. Informa que al momento del paro por la pandemia del COVID-19, todavía no lo habían bajado. Mejor aún, el equipo mantiene la comunicación con él y le recomiendan que se mantenga ready, por lo que continúa con su rutina de trabajo.
Aunque reconoce entiende que no ha podido demostrar su buen bateo en el tiempo que ha jugado en la pelota invernal, reconoce que esta liga enseña mucho, que todo depende de la mentalidad que tenga el jugador cuando participa en ella. En su caso, afirma que tomó lo mejor, con lo que puede sacar provecho en el béisbol de los Estados Unidos.
Por Dimaggio Abreu
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